Estimadas Comunidad Educativa y, especialmente alumnos y alumnas de nuestro Colegio, reciban un cariñoso y fraterno saludo como nuevo Director de este establecimiento, cuya misión la recibo con la humildad de saber que estoy llamado a servir a cada uno de ustedes para lograr la mejor educación para ayudar a las familias que han confiado en nosotros.

La Escuela católica está llamada a ser una comunidad educativa-pastoral, en que la experiencia de saberse parte de una comunidad nos responsabiliza a formar hombres y mujeres de acuerdo a los criterios de un proyecto educativo católico que tienen como centro a la persona, en su originalidad, en un ambiente que la respete y ayude a todos formar para ser constructores de sus propios destinos.

En este contexto la enseñanza y el aprendizaje deben convertirse en una experiencia de descubrimiento mutuo de las potencialidades que cada uno tiene: maestros que aprenden de sus alumnos y éstos de sus maestros. Esta experiencia de encuentro debe nutrirse del respeto, la confianza mutua, la estima. El aprendizaje debe ser más profundo que sólo los conocimientos técnicos de una determinada ciencia, debe convertirse en un encuentro entre personas que se siente parte de una comunidad que los acoge.

Educar es mucho más que instruir, y como comunidad confesional debemos crear un vínculo entre los aprendizajes de la escuela y la vida que nos toca vivir. Debemos promover el desarrollo de competencias que permitan a nuestros alumnos y alumnas desarrollar recursos personales para que no solo puedan saber y saber hacer, sino también a aprender a vivir con otros y formar comunidad.

Nuestro gran desafío este año y los siguientes es desarrollar en cada uno de nuestros alumnos, desde el prekinder a la cuarto medio, las competencia que los enriquezcan como seres humanos como la creatividad, la imaginación, la capacidad de respetar a la naturaleza, cultivar la justicia y la compasión.

Nuestro Proyecto curricular quiere plasmar el deseo de lograr una síntesis entre fe y cultura, de tal manera de hacer emerger en toda la acción del colegio la visión cristiana del mundo, de la vida, de la cultura y de la historia. Por ello, entendemos como nuestro tarea el colaborar con las familias en la construcción integral de la personalidad de los alumnos y alumnas, teniendo a Cristo como referencia.

Entre los desafíos que debemos abordar y al que quiero invitarlos, es a construir una comunidad que respete los derechos, pero que también responda a sus deberes, a realzar la importancia de la familia y a convivir en la diversidad. Nuestra convivencia debe estar regida por el respeto al otro y a resolver nuestros problemas haciendo uso del diálogo, en base a la justicia, la solidaridad y la generosidad.

En este año en que el Papa Francisco nos llama a vivir el Jubileo de la Misericordia, quisiera que como comunidad hagamos vida las obras de la misericordia, tanto las corporales como las espirituales, al interior de cada curso, cada familia, en el cuerpo de profesores y, especialmente en quienes tenemos la tarea de dirigir este establecimiento. Poner en prácticas estas obras es un imperativo cuando nos reconocemos seguidores de San Francisco de Asís y Santa Clara.

Estimados padres, los invitamos a crear espacios de diálogo fraterno para poder construir juntos ambientes que permitan a sus hijos e hijas crecer en sabiduría y respeto. Debemos, los adultos dar testimonio de tolerancia y respeto de manera de crear relaciones en la confianza mutua.Estimados profesores y profesoras, este año será de grandes transformaciones gremiales y de múltiples exigencias ministeriales y sociales . Los invito a seguir trabajando con el profesionalismo que les caracteriza para que podamos recuperar el protagonismo en la construcción de nuestro país. Nuestro trabajo tiene una repercusión social, por ello debemos lograr que nuestros estudiantes aprendan a ser personas reflexivas y críticas, altamente creativas y autónomos. Dios ha puesto en sus manos el don de poder moldear la arcilla para descubrir y construir personalidades que sean capaces de hacer de nuestro mundo uno más humano, fraterno y solidario.

Quisiera invitar a cada uno de los alumnos y alumnos de cada uno de los cursos que componen nuestra comunidad a aprovechar el tiempo que Dios les regala para lograr crecer en ciencia, pero especialmente en sabiduría. A entender que la educación no está finalizada con un curso o una materia, sino que es un proceso que dura toda la vida y que los dones que Dios les regala están para el servicio de los demás, especialmente de aquellos que más necesitan.

A la Comunidad de las Hermanas Franciscanas de la Enseñanza, quiero agradecer la confianza y el apoyo entregado a mi persona para tan importante desafío. Con la ayuda de Dios espero responder a esa confianza.

Espero que esta página sea un medio mediante el cual podamos ir construyendo una comunidad de aprendizaje, que nos permita crear espacios de diálogo, conocimiento, innovación y comunicación de la vida escolar; ella y toda su riqueza debe ser conocida por todos y todas, pues cada miembro en el día a día va construyendo la historia de nuestra institución con los sueños y desafíos de cada uno.

Construir una verdadera comunidad educativa que aprende, es un gran desafío y confío en Dios que podremos lograrlo.

A cada uno de ustedes mis deseos que este año 2018 sea una oportunidad de afianzar lazos, crear puentes y construir Paz y Bien para todos.

 

Adrián Délano Briceño

Director

 


pie-1